JuanLUX escribió:Esto para mi, lamentablemente, no es Patraña... Por poner un ejemplo, creo que en la temporada 1990-91 eramos mil y pico socios. Y eso que estábamos en Segunda División A en donde hicimos una campaña excepcional (que culminó con el primer ascenso a primera) y tras haber subido también de manera brillante el año anterior desde Segunda B.
Esos 3000 o 4000 pueden ser 6000 o 7000 que somos los que quedamos en el desierto de segunda de finales de los 90 pero ni uno más...
Yo lo veo de manera ligeramente distinta; lo cuento sin echar mano de detalles estadísticos; tiro de recuerdos, con la subjetividad que ello conlleva.
Después de la temporada 85/86, un descenso penoso, con Pachín como entrenador, dejé de ir al fútbol regularmente (un fallo lo tiene cualquiera). Durante las siguientes tres temporadas, seguía al equipo con un poco de distancia, hasta la 89/90, en la que vuelvo a ser asiduo del Carlos Belmonte. No era socio, y es posible que las cifras me contradigan, pero esa temporada la afluencia de público crecía partido tras partido, convirtiéndose en una verdadera fiebre cuando el ascenso ya era más que una ilusión. Yo recuerdo ver mucha gente en el estadio esa temporada. No sé los miles, pero empezaba a crecer la planta.
El año del ascenso y la temporada de Floro en primera suponen un gran impacto generacional en la gente que va al fútbol. no solamente son los padres que inician a sus hijos en el rito, sino que se produce un "boom" de gente joven que descubre que es posible ver en vivo lo que, con el correr del tiempo, se daría en llamar "la Liga de las Estrellas". La generación de estudiantes de instituto de entonces, se pasa de ir al fútbol con el padre o con el abuelo a ir con los amigos. Es una generación que disfruta de los legendarios desplazamientos a Madrid o a Valencia (después de tantos años, cada vez que paso por la Castellana recuerdo aquél río de autobuses), y sobre todo, sufre el estigma del cúmulo de despropósitos de la aciaga noche de Brito, Molina y Urzáiz. Es curioso cómo se recuerda el partido del Salamanca como una tragedia de más calado que el descenso contra el Extremadura, a pesar de que el primero fue una "falsa alarma", a mayor gloria del ex-líder de la radio nocturna y del hoy presunto delincuente que dirige los destinos del Sevilla FC. En los años de primera, se mantiene una afluencia notable al campo, a pesar de algunos fiascos de consideración.
Es cierto que tras el año de García Remón (probablemente la temporada en la que se llevó una gestión más coherente hasta la llegada del primer equipo de Contreras), se produce un descenso paulatino en la asistencia de espectadores. Yo creo que la temporada de Paco Herrera (un técnico muy infravalorado aquí, a mi juicio) ya se aprecia una inversión de la tendencia, que culmina, por supuesto, más o menos al inicio del segundo tercio de la Liga 2002/2003. Luego, los refuerzos de invierno, principalmente Jandro, consiguen un nuevo impulso que volverá a llenar el Carlos Belmonte. A partir de ahí, vuelta a Primera, de nuevo un gran estímulo para la afición (quizá sin llegar a los apoteósicos momentos de la 91/92), que vuelve a soñar. A mi entender, sin embargo, la crisis llega demasiado pronto, y no deja asentarse al relevo generacional.
Y, por supuesto, hay una fecha que marca un antes y un después a todos los niveles relacionados con el Albacete Balompié, también en lo referente a apoyo de la fición en la grada: Albacete - Numancia, febrero de 2005. Primera página de la "Crónica de una muerte anunciada", que ahora está a un paso de ver escrita su final, falta cerrar la tapa del ataúd y echar la última pala de tierra.
P. S. Adivinanza fácil:
Entrenador del Numancia el 20 de febrero de 2005, día en que cesan a José González como entrenador del Albacete.
Director deportivo del Albacete el 23 de enero de 2008, a un paso de finiquitar diecisiete temporadas en el fútbol profes
Entrenador que culminó el descenso a segunda división en junio de 2005
Segundo entrenador que puede culminar la debacle del Albacete en junio de 2008