"EL CORTIJO DEL DÉSPOTA"
José Luis Royo Paz.
El que se mueva no sale en la foto. Ésa es la frase favorita del mandamás del Albacete Balompié y no me refiero a Ubaldo González, que
ya ha demostrado que pinta menos que Cagaestacas en la Audiencia, sino a Gonzalo Panadero, verdadero cerebro de este desaguisado y que ayer volvió a demostrar que tiene el corazón lleno de rencor.
La decisión de la no continuidad de Barkero es incomprensible. Ustedes dirán: «Pero si no iba a seguir...!» Cierto. Tendrá muchas ofertas y mejores económicamente a las del Alba, pero, pijo, por lo menos intenten renovar al máximo goleador del equipo, porque no deben olvidarse de que sus once goles valen media permanencia.
Vale, ustedes dirán: «Ha marcado seis de penalti». De acuerdo, pero no sólo no ha fallado ninguno, sino que marcó uno al Málaga en el descuento y no le temblaron las piernas. De estos quiero yo en mi equipo.
Pero no es una decisión de Máximo Hernández, sí, el responsable de la confección de la plantilla, el mismo que se trajó a Buján, Caggiano y Alustiza vía Beade, y que cuando tuvo que sentarse en el banquillo -genial labor como entrenador, en serio-, ni siquiera contaba con ellos. El mismo que amenazaba con querellas; ése que no hablaba con la prensa y que luego se ha servido de ella cuando la ha necesitado.
Máximo también manda menos que el presidente. Aquí, se hace lo que dice Panadero y el tiempo lo está demostrando.
Barkero y Cañas plantaron cara al ex árbitro en la primera reunión allá por el final de la pasada temporada y no han salido en la foto.
Cañas, excusa tras excusa, no ha jugado casi nada y, viendo el rendimiento de algunos que lo han jugado todo, uno tiene que pensar que Panadero sólo mira por sus odios personales y no por el Albacete Balompié.
Ahora, le pasa la factura a Barkero en una decisión sorprendente; bueno, no tanto, porque ya conocemos el talante de semejante personaje, sí personaje. El Albacete Balompié ha pasado uno de sus peores años, haciendo sufrir a los aficionados como no recuerdan ni los más viejos del lugar. Pero, lejos de dar la cara, Panadero se ha escondido como las ratas en la bodega del barco. Ahora, con la permanencia en el bolsillo, sí ha hecho declaraciones, sí sonríe a los fotógrafos.
El despotismo es un gobierno de una autoridad singular: una sola persona o un grupo de personas estrechamente relacionadas que gobiernan con poder absoluto. A dichos gobernantes se les denomina déspotas. Pues, eso.