Opinión
Ubaldo I 'el Enterrador'
Cristóbal Guzmán
Aprovecha el Albacete la inactividad propia del Santo Entierro para mantener esa 'calma chicha' que precede a lo que, a buen seguro, será su propia e inevitable defunción, ese 'harakiri' inexplicable pero bien calculado de cuantos no quieren, de ninguna manera, evitar lo que a todas luces era evitable.
Ubaldo I 'el Enterrador', que así se le conocerá a partir de ahora, encabeza una Santa Cofradía Blanca devota de sí misma. Constituidos en tribunal, en autoridad gubernativa y en repartidores de certificados de honradez, son los únicos libres de un pecado original que no va con ellos; más bien 'crujen' con la Vara del Innombrable a 'tós' los que se mueven en la foto.
Lo tienen claro Ubaldo I 'el Enterrador', el rey que reina pero no gobierna, y la Santa Cofradía de los ocho fanáticos adoradores de la Vara. La culpa siempre es de otro, a saber: de Contreras, por firmar esos contratos; de Ferrando, por lo mismo; de la jueza, que no hay derecho a que nos haga eso; de Toril, de Balaguer, de Valbuena, de Matías, porque no hay derecho a que un trabajador denuncie a una empresa por haberlo puesto en la calle; de Hacienda, porque tenemos que pagar impuestos; de la Seguridad Social, porque tampoco hay derecho a tener a los trabajadores dados de alta; de Antonio Gómez, porque por sus conocimientos hace sonrojar a sus superiores; de los periodistas, porque no hay derecho a que hagan públicas las cosas; de los consejeros dimitidos, porque no se puede dejar la secta así como así; de la Subdelegación del Gobierno, por no detener a 5.000 espectadores; del silente Comité de Empresa, por decirle al juez que el club prepara un ERE; de Carlos Parra, porque, en probada connivencia con Contreras, Ferrando y el taimado islamismo internacional, quiere quedarse con el club «por cuatro duros»; de los empleados, «porque le meto con la Vara a quien filtre las cosas»; de la normativa laboral, porque hay que pagar todos los meses; de Juan Ignacio Martínez, porque no nos ha salido 'pelele'; del Royo, por tener acciones sin tenerlas; del Villa, por hacer visibles y risibles sus continuos 'autogoles'; de la Humanidad toda.
Como la cosa cansa, vierte ya, Ubaldo I, la última palada de tierra, pero no nos tomes por imbéciles.
Contra estas líneas, no cabe recurso.
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Artículo de opinión publicado hoy en la Tribuna; firmado por Cristóbal Guzmán