Ayer no vi el partido, ni siquiera lo pude escuchar por la radio, pero porque no quise. Debo tener el mismo problema que Gil Marín que prefiere dar vuelvas por la M30 cuando juega el Atleti.
Empiezo a tener una edad y hay que vigilar el corazón.
No podíamos tener un año tranquilo, salvarnos cómodamente y planificar la temporada con calma, entretenidos con altas y bajas. No, tenemos que estar hasta la última jornada en el filo de la navaja, algo muy albaceteño, por cierto.
Aunque ya se que hay quien carga contra el entrenador o contra este u otro jugador, la realidad es tozuda, y en mi opinión, sin individualizar, como dicen los argentinos, “el cuero da lo que da”, y no tenemos plantilla para mucho más. Los mejores, los dos centrales argentinos, y en cuanto se han lesionado, sangría de goles y racha negativa.
Dudo que con otro entrenador hubiésemos sacado más jugo a esta plantilla, pero ahora eso da igual. Estamos donde estamos por méritos propios, y tras cuarenta y una jornadas hay que hacer lo único que podemos hacer, puntuar como sea en Tenerife y rezar, el que crea en ello, para que el Almería pierda en Lugo.
Después ya haremos tabla rasa y pediremos cuentas, pero de momento solo hace falta una cosa: ser una piña entre equipo, afición, entrenador y dirección del club, y salvarnos.
Albacete, como ciudad, se merece el fútbol profesional.
No es momento de hablar de que el Boeing se ha estrellado, y ya se que algunos ya están dispuestos a buscar la caja negra, incluso faltando el partido más importante de la temporada, pero no toca eso.
Solo toca confiar y apoyar. Y hasta en eso tenemos mala suerte, el último partido es en las islas, con lo que la presencia de la afición no podrá ser ni mucho menos masiva.
Ánimo y suerte a todos, que nos va a hacer falta. Pero, ojo: aún no estamos muertos. No busquéis la caja negra todavía.