Bueno, pues ya estoy otra vez en Albacete. No se si es oportuno escribir mi crónica del partido, porque además de no ser mi fuerte, a estas horas tod@s os sabéis de memoria los pormenores del encuentro.
Haré una especie de lo que el ojo no ve, y os contaré mis impresiones del viaje y del partido:
Salimos de Albacete el sábado a eso de las 9 de la mañana, e hicimos la primera escala en Carboneras. Nos encontramos un buen ambiente ya que ese fin de semana celebraban una concentración motera en la localidad, por lo que, siguiendo los consejos de los hosteleros tuvimos que comer temprano para no quedarnos sin mesa, lo que nos vino perfecto para pasar toda la tarde en la playa, e incluso darnos un baño en el mar, seguramente el último de este año.
Por la tarde seguimos trayecto hasta Almería, y cuando salíamos de acomodarnos en nuestro alojamiento nos encontramos al autobús del Alba parado enfrente del Hotel de concentración. Por la noche, cena de tapeo en el barrio del Zapillo y poco más.
El domingo por la mañana de nuevo hacemos una excursión a la playa, esta vez a Roquetas, aunque regresamos a comer a Almería. Es alucinante lo baratos que son los bares en esta ciudad: Comimos 5 personas (aunque alguno más bien es personita), y muy bien por cierto, por la irrisoria cantidad de 13'50 euros. Os lo juro. Si hay alguien de Almería leyendome que diga si miento: En la Virgen Chica, para más señas. Después de comer, de nuevo a la playa, esta vez la de la capital, aunque el día se ha torcido y sólo el más valiente del grupo (que no soy yo) entra y sale del agua como si nada. Y a las 5 nos vestimos y nos vamos hacia el coqueto estadio de Los Juegos del Mediterráneo.
Es la segunda vez que visito este estadio y siempre me he sentido como en casa. El primer cambio de impresiones lo hacemos con uno de los juratas de la puerta y con un Nacional, que nos desean el ascenso para esta temporada. Nos ubican en el Gol Sur, donde se encuentran dispersos otros 30 aficionados del Alba ataviados con camisetas blancas, bufandas y banderas.
Paupérrima entrada en el Mediterráneo, apenas superamos los 6.000 espectadores, jugando contra uno de los aspirantes, según había vendido el partido la prensa local.
Una primera parte para olvidar, en la que llegué a sentir vergüenza. Incluso los aficionados locales arrancaron con algún OLE, OLE en la fase del partido en la que los andaluces avasallaban a los nuestros. Un 2-0 parecía corto para lo que allí estábamos viendo. Pero en el segundo tiempo el equipo salió con otra actitud, y en un minuto brillante Parri y Ferrón colocaban el balón en el fondo de las mallas. Lo de Parri, para enmarcar. Sublime el toque elevado de David Sánchez (lo único que hizo en los minutos que jugó) y Parri la coloca en la escuadra. Aun no he podido ver la repetición por tv, pero mi retina sigue mostrándome la jugada una y otra vez. Y sin habernos sentado Ferrón cabecea y gooooooooool. Pero el del pito anula la jugada, y nos deja con la miel en los labios (y con excusas para un Ferrando que planteó un partido a verlas venir, y en la primera parte vaya si las vio). Desde ahí hasta el final, un quiero y no puedo, algún UY en cada portería, y poco más.
Como en todas partes cuecen habas reseñar que cuando peor lo estaba pasando el equipo local, con el Alba achuchando en busca del justo empate, la afición rojiblanca se desengancha del partido y corea los goles a favor y en contra del Barça (o del Sevilla, quizás). Lamentable ver cómo aplaudían un gol (no recuerdo si sevillista o culé, que pal caso...) mientras Parri se disponía a lanzar un libre indirecto desde el mismo sitio desde el que había marcado el gol (y si mi memoria no me falla, también marcó desde ahí la temporada pasada).
Por último, os pego unas fotos del estadio almeriense, en la que se aprecia como la publicidad deja claro el sino del partido...
