Diario de Jerez escribió: 'Malayos' en Jerez
Juan Antonio Roca, el 'cerebro' del expolio de Marbella, estuvo vinculado con Jerez a través del Xerez Deportivo
"Yo tengo una teoría y no te vayas a partir de risa. Yo digo que Jesús Gil está vivo y está en Venezuela. Por eso Juan Antonio Roca ha llegado hasta donde ha llegado y ha seguido manejando lo que maneja después de que desapareciera Gil". Esta rocambolesca teoría de un antiguo trabajador de Jesús Gil que actualmente vive en Jerez no es descabellada para muchos funcionarios del Ayuntamiento de Marbella, que siguen viendo la larga sombra del ex presidente del Atlético de Madrid en todo lo que ha sucedido en Marbella después de que abandonara el cargo por inhabilitación en el año 99. O lo que es lo mismo, Juan Antonio Roca, el cerebro de la trama marbellí desmantelada en la Operación Malaya, el dueño de ese sonrojante zoo disecado que es un ejemplo del exceso kitsch que se ha adueñado de Marbella en los últimos quince años, es Gil y esa pareja estuvo muy cerca de desembarcar en Jerez a través de una cabeza de puente llamada Xerez Deportivo.
La historia se remonta al fichaje de Bernd Schuster por el Xerez. El entonces presidente, Luis Oliver, que tenía poco dinero pero mucho arrojo, acudió a los intermediarios que la familia Gil tienen por el fútbol nacional. El entrenador alemán permitió que Oliver tuviera una relación estrecha con los Gil, al punto que incluso se cedieron jugadores del Atlético a aquel Xerez que estuvo a punto de dar la campanada y colocarse en Primera División. Sus buenas relaciones quedaron inmortalizadas en las imágenes del partido que el Xerez jugó en el exilio de Sanlúcar contra los colchoneros. Los dos presidentes se mostaron sus simpatías y Gil fue aclamado en el centro del destartalado terreno de juego por el público xerecista para ser ovacionado. Cuando Oliver comprendió que su situación al frente del club era insostenible y que no podría acudir a una ampliación de capital, pidió ayuda a Jesús Gil en persona. Viajó a Madrid y Jesús Gil le envió a negociar con su hijo Miguel Angel. Tras conocer las pretensiones del entonces presidente del Xerez, la familia Gil puso en contacto a Oliver con su gente de Marbella y más en concreto con Juan Antonio Roca para que cerrara la operación personalmente a través de un tercero que se designara para el negocio.
El más que presumible encuentro entre Roca y Oliver debió ser cordial y el presidente regresó a Jerez con el convencimiento de que el asunto estaba arreglado. Según la freconstrucción de los hechos realizada por las fuentes consultadas Juan Antonio Roca pudo estudiar entre los empresarios susceptibles de hacerse con un club de fútbol y se decantó por José María Gil Silgado, un pequeño constructor onubense que contaba con una promoción no demasiado rutilante en esa Marbella de las grúas, esa Marbella donde se cuenta que cada lunes acudían a trabajar en el sector 60.000 personas colapsando la entrada a la ciudad.
Una vez cerrada la operación, Oliver levantó el vuelo, desapareció de Jerez y adquirió, casualidades de la vida (o no), el Cartagonova, equipo de Cartagena, la localidad donde nació Juan Antonio Roca y que se encuentra en la zona de influencia (parte de la provincia de Murcia) donde se han extendido los tentáculos del 'botín' que durante años se ha amasado en Marbella.
Sin embargo, en un principio Roca no prestó demasiada atención a la operación que se había hecho en Jerez, ya que se supone que su trabajo se había limitado a poner en contacto a Oliver con un comprador. Sí se sabe que muchas veces los jugadores cobraban con dinero que venía de Marbella en bolsas negras, lo que en argot marbellí se conoce habitualmente como 'ir a sacar la basura'. Ese dinero podía ser del propio Gil Silgado, pero siempre se sospechó que su origen real estaba en el entorno de Roca.
El hombre de Roca en Jerez era Oscar Benavente, uno de los testaferros que han acabado con sus huesos en la cárcel en estos días. Benavente viajaba regularmente a la ciudad y se informaba de cómo iban las cosas con el equipo y sus informes, en muchas ocasiones, no eran nada favorables. Silgado iba por libre y en Marbella no agradaba que no existieran buenas relaciones con el Ayuntamiento de Jerez. Aunque a Silgado nunca le gustó que se le vinculara con la gente de Marbella, lo cierto es que benavente apareció en varias ocasiones por Jerez e incluso en alguna ocasión almorzó con la plantilla.
Pronto se vio que Silgado se iba a encontrar con similares problemas con el Ayuntamiento que los que ya tuvo en su día Oliver y se empezó a fraguar una estrategia para desbancar a Silgado de la presidencia desde dentro. Aparecería en Jerez un nuevo personaje que también ha sido detenido dentro de la Operación Malaya. Era Manuel Sánchez Zubizarreta, que figuraba como el abogado de Oscar Benavente, pero que en realidad forma parte del bufete de Madrid con el que ha trabajado habitualmente la familia Gil. Sánchez Zubizarreta es una figura clave en la trama que ha puestopatas arriba la ciudad de la costa del sol. Por su despacho, según los indicios con los que cuenta el juez instructor del caso, pasaban todos los movimientos que Juan Antonio Roca realizaba para transformar el dinero que se ingresaba a través de las supuestas comisiones en dinero circulante.
Las personas del Ayuntamiento que estuvieron en las dos reuniones que se produjeron con Sánchez Zubizarreta le recuerdan como "un hombre grueso y muy serio". Su principal preocupación era "la confidencialidad". Sánchez Zubizarreta expresó desde un primer momento su intención de desbloquear el convenio con el Ayuntamiento, alcanzar un buen acuerdo y ceder la presidencia a quien considerara más o menos oportuno el gobierno municipal. Este no era otro que el consejero Andrés Begoña, un médico jerezano del que todo apunta que se había metido con toda su buena fe en el equipo y se encontraba pillado entre intereses que poco tenían que ver con el fútbol. En defintiva, a los clientes de Sánchez Zubizarreta el fútbol les interesaba sólo relativamente, que es lo que suele pasar con los dirigentes de este deporte.
Aunque algunas fuentes afirman que Sánchez Zubizarreta en ningún momento planteó nada distinto al club de fútbol, otras reconocen que en alguna ocasión mostró la intención de la gente que representaba de trabajar en Jerez. Ese trabajar en Jerez no podía responder a otra cosa que instalar de algún modo negocios en la ciudad, esto es, no puede ser otra cosa, que la construcción. Pero Juan Antonio Roca no es un constructor, sino un comisionista y su proceder era adquirir terrenos en localidades donde hacer multiplicar el dinero que presumiblemente sacaba de extender la mano para cobrar por cualquier cosa que se quisiera levantar en Marbella, aparte de pasarse por el forro cualquier lógica urbanística .
Gil Silgado se hizo fuerte en su posición de presidente y sus socios marbellíes no forzaron más la situación. Pero lo cierto es que por muy poco el Xerez no se convirtió en la lancha en la que desembarcarían todos los que hoy se encuentran entre rejas por el escándalo de Marbella.
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