En la provincia sólo hay un transexual que haya hecho público su deseo de operarse en la sanidad pública Sandra reconoce a este diario que vivir en una ciudad como Albacete le amargó la infancia y la adolescencia
El mejor recuerdo que tiene Sandra de su infancia fue cuando su madre le regaló una muñeca con forma de sirena. Aquel pequeño detalle supuso un respiro en una niñez de pesadilla, porque por aquel entonces Sandra respondía al nombre de Pedro y era una mujer encarcelada en el cuerpo de un hombre. Hoy, esta transexual es la única de la provincia de Albacete que se ha atrevido a salir del armario.
Sandra ya tenía el beneplácito de la Consejería de Sanidad de la Junta de Comunidades para que el Sescam cubriera su operación de cambio de sexo, pero finalmente la sanidad pública costeará su intervención en Madrid. Se marchará a la capital para empezar una nueva vida y olvidar los malos recuerdos que tiene de ese Albacete pequeño incapaz de perdonar las diferencias. «Los comentarios me acompañarán durante toda la vida, pero igual que los que he tenido que oír aquí espero que no».
Fue desde la asociación ABlesgay, que preside Javier Víllora, desde donde se hicieron todos los trámites para ponerse en contacto con el consejero de Sanidad, Roberto Sabrido, quien, según comentó Víllora a este diario, no habría puesto objeción a financiar la intervención. No obstante, el consejero habría informado de que sólo hay centros sanitarios de referencia en Andalucía y Madrid. En principio, un informe psiquiátrico y haber cumplido los 18 años serían los requisitos para que la sanidad pública financie esta intervención. La clave estaría en que la persona interesada no albergue dudas.
El caso de Sandra
Así, Sandra comentaba ayer a este diario que un transexual, como un gay o una lesbiana, tiene su orientación sexual muy clara desde el principio. Prueba de ello es que en su caso nunca tuvo dudas de que se sentía mujer y, sin embargo, hasta el año pasado ha vivido en clave masculina. Nunca hasta entonces se había atrevido a decir lo que sentía realmente.
Es más, no sabía que existía la transexualidad. Aunque nunca ha mantenido relaciones, Sandra pensaba que era gay por sentirse mujer y ver que los hombres le interesaban. Con la ayuda de un psicólogo y de la asociación albaceteña ABlesgay, Sandra ha visto una luz después de décadas de burlas y de esconder lo que no era capaz de disimular.
Saber que era transexual fue un alivio. De todas formas, que en su casa asumieran que el único hijo que tenían se sentía y quería ser mujer supuso un jarro de agua fría.
Ahora los padres de Sandra ya aceptan que Pedro nunca ha existido realmente. Durante los últimos seis meses, el matrimonio ha visto cómo a su chico le cambiaba la voz, le aumentaba el pecho y se le caía el vello. Y es que, en contra de la opinión del psicólogo, Sandra decidió iniciar el tratamiento hormonal previo a la transformación definitiva. Dentro de año y medio, la joven, que ahora tiene 18 años, solicitará a la Comunidad de Madrid iniciar el proceso para cambiar de sexo, lo que ella llama proceso de reafirmación. No se pondrá ni labio, ni pómulos, ni glúteos, simplemente se someterá a un aumento de pecho y al cambio, es decir, a una vaginoplastia.
«Me voy de Albacete porque soy única y necesito cambiar de aires. Aquí me miran mal», comentaba Sandra, al tiempo que reconocía que hay muchas transexuales que hacen daño al resto porque se operan para ganar más dinero en la calle o únicamente orientan su vida hacia la prostitución. Ella no quiere ni oír hablar de ese mundo. Su objetivo es continuar con el tratamiento hormonal, cuyos efectos secundarios fueron muy duros al principio; ver su nombre en el Documento Nacional de Identidad y operarse para que el espejo refleje lo que ella siempre ha sentido. Cuando se haya completado la reafirmación, retomará los estudios y quizá dé un paso más con su pareja, con quien no ha querido mantener relaciones. «Quiero llevar una vida normal, como la de cualquier chica», insistía.
Otros tiempos
Sandra agradece que la sanidad española financie las intervenciones de cambio de sexo, ya que, hasta hace poco estas operaciones sólo las sufragaba la Junta de Andalucía. De hecho, este tipo de intervención estuvo prohibida en España hasta principios de los ochenta. «Conozco casos en Madrid que se han operado en Tailandia, el paraíso de los transexuales, pero yo prefiero operarme aquí», aseguró.
Sandra tendrá que estar dos años en tratamiento con hormonas, bajo la supervisión de un endocrino, para poder poner su nombre actual en el DNI; sabe que los mejores puestos de trabajo no están reservados a las transexuales y que si tuviera futuras relaciones, podrían fracasar en cuanto contara la verdad; seguirá aguantando comentarios; estará toda su vida en tratamiento hormonal y lo tendrá muy difícil para ser madre adoptiva. De todas formas, no duda de que la vida que ha tenido hasta ahora era una mentira que la entristecía. Es ahora, 18 años después, cuando Sandra empieza a ser feliz. Y si bien muchos le han dado la espalda a lo largo de su vida, aún conserva a grandes amigas y sus padres no le han fallado.
Ya sabéis chavales....