Este verano no he salido de España, aunque el cuentakilómetros de mi coche se ha traído dos o tres miles más desde la preciosa Vizcaya, y mi cuerpo otros dos o tres kilos más entre mariscadas, chuletones y asados, pero esa es otra historia.
La capital Bilbaína, con su semana grande o
Aste Nagusia, merece ser visitada sí o sí. Impresionante el ambiente que se respira a lo ancho y largo de la ciudad, con carpas y escenarios en las plazas más importantes (Guggenheim, Botika vieja, Arriaga...) Visita guiada al viejo San Mamés (pronto tendremos el San Mamés Barria, ya en construcción). Buenos museos, como el de Bellas Artes, el Guggenheim (mejor por fuera que por dentro), el Marítimo, y la siempre activa Alhondiga. Impresionante panorámica la que se ve desde la Artxanda, a la que se puede acceder a través de un funicular. Allí arriba, además de las vistas, hay unos cuantos restaurantes de gran prestigio y tradición.
Por el resto de la provincia, las playas de Laga y Laida, la playa de la Arena o la de Gorliz son espectaculares y tranquilas (nada que ver con las del mediterráneo). Preciosa y obligada visita la de la ermita de
San Juan de Gaztelugatxe (en Bermeo) y sus doscientos treinta y un escalones por una pasarela de piedra sobre el mar.
Otra visita que me emocionó especialmente ha sido la del
Bosque pintado de Oma, del artista Agustín Ibarrola: Espectacular.
Para los aficionados a las cuatro ruedas, en Galdames visitamos un curioso castillo (Torre Loizaga) que alberga en su interior la
mayor colección de Rolls-Royce del mundo con TODOS los modelos de la marca británica
Y aprovechando la cercanía, hicimos un par de incursiones a la vecina Cantabria: La primera a Noja, donde nos
aplicamos una mariscada tremenda justo enfrente de su bonita playa. Y otro día lo dedicamos a la preciosa localidad pesquera de Castro Urdiales.