La mala racha que atraviesa el equipo de César Ferrando ha provocado una difícil situación interna en el club, dónde se ven caras de pocos amigos.
5 de abril de 2006. Ángel Contreras, presidente del Albacete Balompié, salió del vestuario con cara de pocos amigos. Había estado reunido desde las 17,15 hasta las 19,30 con técnicos y plantilla, pero su declaración pública se limitó a las típicas frases hechas. Nada de medidas o sanciones en contra de los jugadores, al menos no oficiales, tan sólo anunció que les había dado un tirón de orejas, "y que ya es hora de que todos nos miremos el ombligo", según precisó.
Pero dos horas y cuarto de charla dan para mucho, o al menos para algo más que una mera declaración de intenciones. Allí se debió comentar de todo, aspectos sustanciales que han llevado al equipo a situarse en una peligrosa situación en la general, pero el presidente y sus directivos prefirieron ser fieles a su política de no polemizar y evitaron poner las cartas boca arriba. Entienden que ahora lo mejor es mantener la calma, evitar situaciones comprometidas porque lo primero es salvar la categoría. Quizá en otra situación es probable que se hubieran dicho cosas distintas.
Sin embargo los dirigentes se equivocan. No quieren meter presión al equipo, pero el silencio no hace sino aumentar los conflictos internos que vive el conjunto manchego. En Albacete los aficionados no son tontos y se preguntan porqué determinados jugadores desaparecen como por ensalmo de los equipos titulares. Ocurrió con Aranda, luego con Paco Peña, Buades, David Sánchez y el último Juanlu. De todos estos, y algún otro, sólo el primero fue acusado directamente de indisciplina y apartado del equipo. De los demás, nada oficial, pese a ser conocidas en algunos mentideros ciertas "correrías" nocturnas de las que el entrenador tuvo las oportunas referencias.
El Consejo de Administración se reunió más tarde. Tampoco trascendió en exceso lo que se abordó, pero una vez más lo extradeportivo fue el punto más importante. Se analizó el escrito remitido por la AFE solicitando la reincorporación de Aranda a los entrenamientos desde este miércoles. Nadie espera milagros, pero existe una posibilidad, por pequeña que esta sea, de que el delantero modifique su actitud y pueda ser pieza importante en los próximos partidos.
No hay que olvidar que este fin de semana el Albacete juega en Tarragona y luego recibe al Recreativo de Huelva, y que dos nuevas derrotas provocarían una crisis de incalculables proporciones. Serán en definitiva los resultados, como siempre sucede en fútbol, los que marquen el devenir, los que podrían hacer estallar el polvorín de un vestuario donde el mayor pecado no es pecar, sino la creencia de muchos de que hacerlo es lo más normal del mundo.
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