por DA VINCI » Mar 08 Abr 2008 22:12
Grande con gloria
Tenía uno de los títulos más antiguos de nuestro país, concedido con la Grandeza de España por Felipe II en 1567 y que, desde 1739, pasó a ser un título secundario de la casa ducal de Medinaceli, a la que continúa unido. Rafael Medina y Fernández de Córdoba además de duque de Feria, título que ostentaba desde 1969, era marqués de Villalba y Maestrante de la Real de Sevilla. El ilustre Grande de España tuvo sus quince minutos de gloria cuando fue pillado en tareas pederásticas, con las manos en la (escasa) masa proporcionada por una niña de 5 años. La niña era alquilada, o así, al noble, por su madre, la cual, al parecer, oficiaba de prostituta para ganar el sustento diario de cocaína. Decían las malas lenguas que el Sr. Duque también era un gran aficionado a la inhalación del polvo de nieve. El 6 de marzo de 1993 ingresó en la prisión Sevilla-1 por orden de la juez María de la Oliva Morillo Ballesteros, acusado de rapto de la niña y de un delito contra la salud pública -tráfico de drogas-. Unos días antes el duque de Feria había declarad en la revista "Hola": Me encantan las mujeres. Son mi única droga. Durante la instrucción del sumario, a mediados de mayo la revista "Interviú" publicó un reportaje en el que aparecían fotografías de Rafael Medina y varias niñas desnudas, por lo que fue llamado a declarar y en el mes de julio se le acusó de un nuevo delito de corrupción de menores.
Condenado en 1994
Cuando fue juzgado, la línea de defensa elegida fue de las que más satisfacción provocan a los miembros del ministerio público. Aceptaba el Grande que era cierto que había sacado unas fotos a la niña desnuda. Pero aseguraba que, si le había quitado las ropitas, era porque se había manchado al merendar chocolate en taza, y consideró una falta de educación devolverla a su madre sin haberla bañado y sin lavarle la ropa. Admitió que la niña iba a su casa varias tardes, porque él le hacía un favor a la madre, que debía ir a trabajar y no encontraba canguro. Las fotos de la niña empelotada traducían únicamente la ternura que le despertaba. Las caricias efectuadas no eran sino demostraciones de cariño, del más noble posible. Las contradicciones del Duque, junto a las pruebas testimoniales aportadas por unas compinches de la madre, acabaron con su condena a unos cuantos años de cárcel. Decían quienes le conocían que el Duque nunca había vuelto a ser el mismo tras su paso por la penitenciaría. Ya saben ustedes lo que les suele suceder a los pederastas cuando van a la cárcel. Al parecer al Sr. Duque no le salvó su limpieza de sangre ni su grandeza de España. Supongo que, al contrario, tales características serían consideradas un mérito suplementario a la hora de ejercer como mujer de todos los maridos, ustedes ya me entienden. Al pobre Duque, por lo que se ve, se las daban todas en el mismo carrillo
A los quince días de salir, por buena conducta, tuvo que volver al presidio pues atropelló a tres personas mientras conducía borracho y cargadito de cocaína. Fue recibido con una ovación de gala por sus colegas carcelarios, algunos de los cuales añoraban su delicadeza aprendida en años de educación en internados ingleses. Su ex mujer, una modelo llamada Nati Abascal, también le había denunciado por sus errores al asumir la Patria potestad de sus hijos, así como por no pasarle la paga de alimentos. Al pobre Duque, por lo que se ve, se las daban todas en el mismo carrillo. Ya en octubre de 1990 fue puesto a disposición judicial después de que un grupo de prostitutas le acusaran de usar sus servicios en un club del alterne sevillano, donde fueron detenidas varias personas en una operación antidroga. Cuatro meses después, en enero de 1991, la Audiencia Provincial de Sevilla, a instancias de su fiscal jefe, Alfredo Flores, archivó la causa debido a la falta de pruebas para inculparle.
La pederastia no es pecado fácil de perdonar
No es la primera vez que el desgraciado psicópata intentaba el suicidio. Según los periódicos ya antes había intentado cortarse las venas. Esta vez, aunque todavía no se puede decir con seguridad pues faltan los resultados de la autopsia, eligió la seguridad de una dosis suficiente de barbitúricos. No son los barbitúricos drogas que tengan mucha actualidad. Antes de los años sesenta se empleaban como somníferos, aunque luego fueron desplazados por otros medicamentos mucho más inocuos. Hoy en día se emplean, únicamente, para el tratamiento de la epilepsia. Lo bajo de su implacable dosis letal (alrededor de 40 pastillas, menos si se consumen con whisky de malta o cualquier otro brebaje alcohólico) les hace también los preferidos de los suicidas inteligentes y cultos. Marilyn y Elvis, entre otros, sucumbieron a su despiadado encanto. La pederastia no es pecado fácil de perdonar, y menos aún cuando el reo, en lugar de aceptar su desliz y pedir disculpas, sostiene estupideces tan solemnes como lo del chocolate en taza y las labores de limpieza. Suponemos que el carcamal duque también debe de haber sido recibido con una ovación de gala en el caluroso lugar del más allá donde le habrán llevado sus travesuras terrenales.