Hilo de ortografía

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Notapor Lui » Sab 23 Ago 2008 22:43

elimparcial escribió:Qué diferencia hay entre abductor y adductor. No lo tengo claro. :oops:


Creo que tu duda no es sobre ortografía, elimparcial; es sobreb anatomía :mrgreen:

Los músculos abductores (el término se aplica por lo general a los músculos de las extremidades) son los responsables de los movimientos de abducción: alejar la extremidad del plano corporal.

Los adductores realizan los movimientos de addución: acercar la extremidad al plano corporal.

Por cierto, me cayó la pregunteja de marras en un examen y me suspendieron. O_O
Preguntale al Roldi que es el especialista. :mrgreen: :mrgreen:

:bye;
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Notapor Impar » Sab 23 Ago 2008 23:22

Gracias por la aclaración :oops:
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Notapor JuanLUX » Dom 24 Ago 2008 21:16

Como me gustaría saber quien fue ese profesor de Literatura de Albacete al que se refiere Pérez Reverte en este artículo; la leche que le devuelve el Cartagenero al "paisano" es descomunal ....

Arturo Pérez Reverte en Milenio.com escribió:El profesor íntimo e intimidatorio

Alguna vez les he contado que, después de la publicación de cada novela, llega abundante correo de lectores advirtiendo de tal o cual errata en la página equis. Es un correo que cualquier novelista, supongo, recibe con curiosidad y agrado –aparte el disgusto cuando la errata detectada es gorda–, pues indica, sobre todo, que hay lectores que se enfrentan a la obra que uno acaba de parir con interés, y llevan éste al extremo de colaborar con el autor en que la cosa quede lo más perfecta posible, dentro de lo que cabe. De esa forma, si hay suerte y el libro conoce nuevas ediciones, éstas se imprimirán sin mácula, corregidas como Dios manda.

Eso se refiere también a los descuidos y errores que puede contener el texto. Escribir una novela es poner en pie un artefacto complejo, con reglas, estructura y mecanismos internos. En ese proceso artesano pueden cometerse errores, como digo, o descuidos, bien por ignorancia del autor del jardín donde se mete, o bien porque maneja un dato equivocado, que olvida comprobar o que cita de memoria. Es clásico –nos ha pasado cien veces a todos– el caso de la página leída una y otra vez durante la fase de corrección, cuyo gazapo sólo salta a la cara el día que recibimos el primer ejemplar impreso de la novela, apenas abrimos al azar la página correspondiente. Resulta un clásico del oficio aquella antigua fe de erratas –apócrifa, imagino, pero deliciosa– puesta junto al colofón de un libro: “Certificamos que este texto no contiene ninguna errita ”.

Lo cierto es que escribir novelas desde hace veinte años me hace tener mucho respeto por todos mis colegas, pues conozco bien el trabajo que requiere hasta la peor de ellas. Por eso nunca hablo en público de títulos que me desagradan, excepto los perpetrados por el crítico español ahora metido a novelista Miguel García Posada –que son como para ponerle grilletes y mandarlo a remar diez años en las galeras– o algún otro capullo en flor que, previamente, me haya metido los dedos en la boca. Por lo demás, siempre me he negado a hacer crítica de libros en suplementos culturales y otros lugares supuestamente literarios. No es mi vocación ni mi oficio.

Volviendo a lo de las erratas y descuidos, un caso singular, aparte, es el del cazador de erratas profesional, que a menudo resulta experto en la materia. Escribes, por ejemplo, en la página tal, que el lugre Le Coureur (1776) iza el ancla con el cabrestante, y siempre hay un fulano capaz de averiguar que un lugre de sesenta y seis pies –encima va y te dice la eslora, el jodío– no llevaba a proa cabrestante, sino molinete. A veces, los autores cabroncetes ponemos trampas en el texto destinadas precisamente a esos rastreadores implacables –coyotadas, las llaman unos amigos míos–; pero aun así, los buenos no se dejan engañar, y siempre son ellos los que te pillan a ti. Como digo, son raza aparte. Y te recuerdan que eres mortal. Que, por mucho que sepas de algo, siempre habrá alguien que sabe más que tú.

Otra cosa son los cantamañanas y los listillos tocapelotas, que escriben tirándote de las orejas por tal error histórico o lingüístico con un tono de superioridad tal que incrementa tu placer al ver cómo se columpian, cuando lo hacen. Un ejemplo es la carta que recibí a poco de publicarse mi última novela, con todo un profesor de Lengua y Literatura de Albacete denunciando “errores lingüísticos graves ” y metiendo, de paso, la gamba hasta el corvejón. Lo curioso es que el fulano no me la dirigió a mí, en plan reservado o personal, sino a la Real Academia Española de la que soy humilde miembro, como denunciándome en plan chivato ante la Institución. “Pérez-Reverte –señalaba, despectivo, retirándome el señor, el don y el excelentísimo a que, modestia aparte, allí tengo derecho– confunde hasta seis veces el verbo intimar con intimidar. Les ruego que hagan llegar esta nota al escritor y a los correctores de estilo de su editorial”. Así que imaginen con qué placer, goteándome el colmillo, escribí, contra lo que acostumbro, mi respuesta en papel de cartas color hueso, impreso con mi nombre y el bonito escudo de la RAE:

“Muy Sr. Mío: le quedaría muy agradecido si, la próxima vez, en lugar de hacernos perder el tiempo con tonterías a la Academia y a mí, consultase antes el Diccionario de la RAE (Intimar: pagina 877, primera acepción). Le recomiendo el uso frecuente de esa obra (también editamos una Ortografía y una Gramática) para que, de ese modo, evite hacer de nuevo el ridículo pasándose de listo”.

Hay días en los que me encanta ser académico. Por lo que jode. Para qué les digo que no, si es que sí.
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Notapor John Wayne » Dom 24 Ago 2008 22:18

Pues permitome decirle al sr. Pérez Reverte, que al omitir el nombre del fulano en cuestión y referirse a él por su ciudad de procedencia, está, injustamente, ofendiendo a todos y cada uno de los albaceteños. Quizás si el fulano hubiera sido, por ejemplo, de Salamanca, el sr. Pérez Reverte habría buscado otra forma de alusión. ¿Cómo usted, sr. académico, ha tenido que recurrir al chiste fácil y caduco de los años setenta sobre esta ciudad? Qué decepción, le creía más listo, o al menos más astuto.
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Notapor givalreca » Dom 24 Ago 2008 23:25

John Wayne, Perez Reverte solo ha mencionado que este señor es de Albacete, nada más, no entiendo lo del chiste fácil.
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Notapor Impar » Vie 02 Ene 2009 03:12

Después de tantos años separando las cifras con el punto...

Ortografía de la Lengua Española

5.13.1. Usos no lingüísticos del punto

a) Aunque todavía es práctica común separar los millares, millones, etc., mediante un punto (o una coma en algunos lugares de América), la norma internacional establece que se precinda de él. Para falicitar la lectura de estas expresiones, especialmente cuando constan de muchas cifras, se recomienda separarlas mediante espacios por grupos de tres. Por ejemplo: 4 829 430. Sin embargo, no se utiliza nunca esta separación en la expresión de los años, en la numeración de páginas ni en los números de artículos, decretos o leyes.
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Notapor John Wayne » Vie 02 Ene 2009 10:37

elimparcial escribió:Después de tantos años separando las cifras con el punto...

Ortografía de la Lengua Española

5.13.1. Usos no lingüísticos del punto

a) Aunque todavía es práctica común separar los millares, millones, etc., mediante un punto (o una coma en algunos lugares de América), la norma internacional establece que se precinda de él. Para falicitar la lectura de estas expresiones, especialmente cuando constan de muchas cifras, se recomienda separarlas mediante espacios por grupos de tres. Por ejemplo: 4 829 430. Sin embargo, no se utiliza nunca esta separación en la expresión de los años, en la numeración de páginas ni en los números de artículos, decretos o leyes.


Es muy común el error de poner el punto del millar en los años.

Así mismo, y ya que hablamos de fechas, los días de la semana y los meses del año se escriben en minúscula.
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Notapor Impar » Mar 12 Ene 2010 22:48

Deber y deber de:

-Deber indica obligación.

-Deber de indica probabilidad.

Por ejemplo:

> Debes estudiar más.
> Las llaves deben de estar en la entrada.

Muchos incurrimos en el deber de para expresar obligación: unos sin quererlo -mi caso- y otros por ignorancia.

--------------------------------------------------------

Llevo detrás de esta guía desde que me enteré de su publicación, pero todavía no la he encontrado en ninguna librería.

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Resuelve muchas dudas sobre el uso del lenguaje. Por ejemplo:

-Se suele emplear la expresión sobre la base de cuando se debería emplear en base a
-La expresión se han fletado X autobuses es incorrecta.
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