En un momento como éste de tanta intranquilidad para la masa social del Albacete Balompié, cabe tal vez pararse un minuto a reflexionar sobre los casi dos años que va a cumplir Ubaldo González como presidente del Consejo de Administración. Más o menos por estas fechas, en marzo de 2007, Contreras anunció en Junta de Accionistas que dejaba el cargo y convocaba elecciones, que quedarían fijadas para el día 6 de mayo, día de la madre, para más señas.
Contreras daba sus últimas bocanadas como presidente perseguido por su propia mala gestión. Culminaba así un mandato tras la hazaña del ascenso a Primera, la temporada de la permanencia, sufrida pero con buen sabor de boca. En verano de 2004, el fichaje de un técnico gris, José González, y una plantilla con lo justo para sufrir, y con muy mal vestuario, empieza a resquebrajar la estructura del club a nivel deportivo; culmina la temporada con un descenso vergonzante, que nunca debió suceder. Después, Contreras, muy presionado por el ridículo que se había hecho en el último tercio de la Liga, toma una decisión poco pensada: jugarlo todo a fichar a Ferrando y una plantilla para subir. En aquel momento no importaba lo osado del contrato de Ferrando; Antonio y Contreras estaban obcecados con lavar su imagen. Seguían los vaivenes internos y las discrepancias; cambio en la dirección general, no se consigue el ascenso. Se sigue confiando en Ferrando para una segunda temporada, pero ya la relación no es la misma, la economía empieza a resentirse de la locura presupuestaria del año anterior. Aparece la figura de Carlos Parra, que dice las verdades del barquero y tiene que abandonar ante la campaña de acoso de una incipiente Bandera Blanca, cuya cabeza visible era el hoy desaparecido Galiacho. En este punto, Contreras convoca Junta de Accionistas para dejar el cargo.
En aquel momento, la situación económica era caótica; una deuda a corto plazo que situaba la solvencia del club bajo mínimos. La SAD se debatía entre caer en el concurso de acreedores (que todavía no era considerada como la ganga que salva a los malos pagadores) o acudir a la ampliación de capital (Bandera Blanca advertía que vendría el coco, en forma de forastero con pasta, a despojarnos de lo nuestro).
En aquel momento, la situación deportiva no era buena, aunque los fichajes de invierno estaban comenzando a carburar. Se empezaba a cuestionar la labor del superpagado Ferrando, y Bandera Blanca ya sospechaba que el contrato del entrenador era demasiado oneroso para la economía del club.
En aquel momento, la relación con los grandes accionistas era tensa. Varios de éstos pedían un cambio de rumbo.
En aquel momento, la relación con la masa social era difícil; tras casi cinco temporadas, el "modelo Contreras" parecía agotado. La afición comenzaba a desertar de las gradas del Carlos Belmonte.
En aquél momento, la relación con los medios de comunicación era ardua; ABtevé encabezaba la opinión contraria al Consejo, gracias a la aportación de los miembros de Bandera Blanca, pero desde casi todos los medios se criticaba a Contreras.
En aquel momento, para muchos accionistas, para muchos aficionados, la SAD Albacete Balompié era una ruina. Quien entrara a liderar el Consejo lo sabía positivamente, y tenía que ser consciente de dónde se metía y de las dificultades que entrañaba la situación; pero nadie debe asumir una responsabilidad, creo yo, sin voluntad de solucionar y de sacar adelante una situación.
Dos años después, el Consejo de Bandera Blanca admite, por la vía de los hechos, su fracaso. Y su posición se resume en "El Albacete Balompié SAD está en la ruina, al borde de la muerte, y la culpa la tiene Contreras". Para ese viaje no hacen falta alforjas. Eso lo sabíamos muchos en marzo de 2007. Vamos por la cuarta temporada perdida para la regeneración de la entidad.
